El cuidado de una persona que depende de nuestra ayuda es una experiencia única, positiva y satisfactoria, ya que contribuye a estrechar relaciones, a descubrir la íntima satisfacción de ser útiles a nuestros seres queridos y a descubrir en uno mismo cualidades que hasta entonces desconocíamos.

Pero se trata también de una etapa que implica gran dedicación de tiempo y energía y que exige adaptarse a una nueva situación que conlleva múltiples cambios (el trabajo, la salud, la situación económica, las relaciones familiares…).

¿Qué consejos podemos seguir?

  1. Duerma lo suficiente

Necesita descansar para afrontar mejor las tareas diarias, prevenir el aumento de tensión emocional, la fatiga o la irritabilidad.

  1. Haga ejercicio físico con regularidad

Caminar aprovechando las salidas fuera de casa, dar un pequeño paseo con la persona enferma si a ésta le es posible, hacer algunos ejercicios de estiramiento, gimnasia, yoga… o la bicicleta estática son algunas alternativas.

  1. Organice su tiempo

Intente combinar sus obligaciones y sus necesidades con el tiempo de que dispone.

  • Pregúntese: ¿Es necesario hacer esto? Rápidamente sabrá a que decir “NO”.
  • Introduzca los cambios que sean necesarios en su casa para facilitar los cuidados.
  • Haga partícipe a otros miembros de la familia de los cambios y decisiones.

Elabore un plan de actividades realista, combinando aquellas tareas que deba hacer con las que le gustaría realizar, por orden de importancia. Si no hay tiempo para todas ellas, deje para otro momento las que están en los últimos lugares hasta que disponga de ese tiempo.

  1. Descanse

Debe descansar, distraerse y “tomar un respiro”: respirar profundamente unos instantes, darse una pequeña satisfacción, aprender técnicas de relajación, aprovechar los momentos de descanso del día de la persona a la que está cuidando (por ejemplo, la siesta).

  1. Ponga límites al cuidado

No sobreproteja al paciente. Deje que haga todo lo que sea capaz de hacer y quiera. Evite darle más cuidados de los necesarios y hacerlo dependiente.

  1. Pregunte, pregunte, pregunte

No se quede con ninguna duda. Solicite información sobre los cuidados que debe dar al enfermo. Infórmese de qué tipo de ayudas pueden facilitarle.

  1. Evite el aislamiento. Pida y acepte ayuda

Necesita disponer de algún tiempo libre para hacer lo que le gusta, y estar con otras personas y hablar de sus sentimientos…

Puede pedir ayuda a su familia o amistades para que le sustituyan durante períodos de tiempo incluso durante un fin de semana, contratar los servicios de personal cualificado algunos días de la semana, solicitar los servicios de ayuda a domicilio o solicitar otro tipo de ayudas de voluntariado.

¿En qué podemos ayudarle desde el programa del voluntariado?

  • Acompañándole si está atravesando una situación de final de vida en soledad.
  • Apoyándole emocionalmente. Acompañándole en actividades de ocio y distracción.
  • Apoyándole si es familiar de una persona en situación de final de vida.

Ofreciéndole información sobre los recursos que más se adapten a la situación que atraviesa.

Preste atención a algunos signos de alarma: si nota cambios de humor, cambios frecuentes de ánimo, se enfada fácilmente, no se concentra, tiene sensación de soledad o agotamiento consulte con el personal sanitario de su Centro de Salud. Puede estar exigiéndose demasiado y necesitar ayuda.

Recuerde: Cuídese Es imprescindible que encuentre un espacio para usted. No se sienta culpable ni egoísta, lo necesita. Se sentirá mejor, se relajará y cuidará mucho mejor al enfermo.

cuidar del cuidador

Consejos Prácticos

Para los que cuidan

  • Comer regularmente, aún sin apetito.
  • Dormir lo suficiente (más de 5 horas al día)
  • Mantener la rutina o hábitos de vida como sea posible.
  • Pedir y aceptar la ayuda de los demás.
  • Tener descansos regulares en las tareas del cuidado del paciente.
  • Acompañarse y apoyarse entre los miembros de la familia mutuamente. Ser abierto y compartir los sentimientos y emociones.
  • Utilice los grupos de voluntariado para fomentar el acompañamiento y respiro familiar.

Comunicación y diálogo

  • Respetar los deseos del paciente si él no desea conversar. Se puede acompañar y transmitir cariño simplemente con una caricia o estando junto a él.
  • Escuchar sus miedos y preocupaciones.
  • Permitir los silencios es importante.
  • Respetar el rol habitual del paciente en la familia.
  • Compartir sus propios sentimientos.
  • Permitir el llanto cuando este aparezca.
  • Ser honesto pero delicado con la verdad.
  • Contestar las preguntas de los niños con sinceridad.

Miedo, enfado, tristeza y depresión

  • El paciente puede manifestar enfado, miedo o tristeza. Hay que dedicarle tiempo a hablar con él sobre sus temores.
  • Comprenda que la enfermedad puede haber causado un cambio en el estado de ánimo del paciente.
  • Si el paciente está deprimido y sin esperanzas, permítale que hable de sus sentimientos.
  • Hable acerca de los conflictos familiares si los hubiese.

Necesidades existenciales y espirituales

  • Permitir al paciente hablar de sus preocupaciones.
  • Compartir historias familiares.
  • Recordar los buenos tiempos del paciente.
  • Cumplir o compartir rituales religiosos.

Hablar sobre la muerte

  • No mostrar rechazo si hace preguntas como: ¿por qué me tocó a mí? ¿Y si me muero? ¿Qué pasará si muero? ¿Hay vida después de la muerte?
  • Responder estas preguntas puede ser difícil. Mantenga abierta la comunicación permitiendo que se exprese y se desahogue.
  • Responda cálidamente, si no hay certezas con un “no sé”.
  • Hablar sobre qué quiere que ocurra cuando fallezca, qué hacer con sus cosas, en el funeral. Permitirle que sea partícipe de sus decisiones.

Sigue leyendo la Guía de cuidados al final de vida:

guia final de vida

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